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Voces RSU | “Yo siempre he sido una mujer emprendedora y preguntona”

 

Olinda Silvano, mujer artesana de Cantagallo

Nora Cárdenas, Jefa del área de Diversidad, Ciudadanía y Ambiente de la DARS

 

En el marco del Día Internacional de la Mujer, queremos compartir la historia de Olinda Silvano- mujer shipiba, artesana, luchadora y emprendedora- como un homenaje a las mujeres peruanas.

Yo nací en la comunidad Paoyhan, mi nombre shipibo es Reshinjabe. Ese nombre me lo puso mi abuela y significa la primera hija, el primer respiro. Ese día mí abuelo, un hombre sabio, chamán, maestro de la salud, me colocó la corona de su conocimiento. Por eso, desde niña tengo visiones que recién de grande he podido entender mejor.

También recuerdo que desde niña me gustaba trazar líneas pero no tenía material para hacerlo. Entonces dibujaba en la tierra o en la arena. Así, aprendemos desde chiquitas a dibujar líneas que luego trasladamos a nuestra artesanía y a nuestros murales. Pero tenemos muchas necesidades en la comunidad y por eso las mujeres de mi pueblo salimos a vender a otras ciudades porque mi pueblo es así, caminante. Viendo a esas hermanas, yo pensaba: ¿También así caminare? ¿Algún día tendré mi tienda?

Buscando mis sueños salí de mi tierra a los 16 años. Llegué a trabajar a una casa. Ahí viví la discriminación, la esclavitud, el maltrato. Ahí no respetan nada. Por eso me salí. Yo nunca fui una mujer floja. Nunca fui una mano cruzada. Trabajaba duro. Terminando mi secundaria me fui de profesora a Olaya. De allí salí a buscar oportunidades y vinimos a Lima. Para esto ya estaba casada y tenía a mis dos primeros hijos. Nuestra vida aquí no ha sido fácil. Hicimos de todo para vivir. Vendía comida, hacía mis artesanías también, pero no estaba contenta, andaba muy triste. No conocía a nadie.

En esa época caminando por las calles de Lima me encontré con otras hermanas shipibas y lloraba. No me quería separar. Me di cuenta que las extrañaba, que extrañaba mi comunidad. Por eso cuando un hermano nos avisó de un terreno, dijimos: “ahí podemos construir nuestra comunidad”. En esa época Cantagallo era sólo un cerro, pero estaba contenta. A pesar de no tener nada, estaba con mis hermanos shipibos. Y recuerdo que les dije: “esta va ser nuestra comunidad, aquí haremos nuestro pueblo”. Y así hemos construido nuestra comunidad en Lima.

Poco a poco nos fueron conociendo. Venían los extranjeros a visitarnos. Así empezamos a vender nuestra artesanía y también comenzamos a salir a las calles, como nuestras hermanas en Pucallpa. Al inicio recibimos discriminación y maltrato, ahora ya nos respetan. Nos hemos hecho respetar.

Buscando un lugar para vender, hemos tocado muchas puertas, a los Ministerios. Algunas veces nos han recibido, otras no. Hemos recibido maltratos pero poco a poco nos hemos hecho escuchar. Nuestras luchas siguen, ahora estamos construyendo nuestra comunidad y seguimos buscando un lugar para vender. Yo sé lo que es ser mujer artesana y no saber dónde vender. Queremos reactivar la feria nativa, ahí había energía, había sangre, había corazón. Entre indígenas nos sentamos y nos sentimos bien, compartiendo con la gente de nuestra sangre.

Desde la DARS, agradecemos a Olinda por compartir su experiencia de vida con nuestra comunidad universitaria. A través de su historia, Olinda nos invita a pensar en nuestras diversidades, en las dificultades y las luchas de muchas mujeres de nuestro país, pero sobre todo nos invita a reflexionar sobre lo que significa ser mujer en el Perú y en las tareas aún pendientes para la construcción de un país donde estas diversidades se reconozcan de manera positiva.

 

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