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La producción de la infografía supuso un trabajo de más de un año con los miembros mayores y los líderes de la comunidad de pescadores para lograr rescatar sus recuerdos pero también sus pensamientos, emociones, nostalgias, frustraciones, esperanzas, llegando a veces a la esfera más personal de su vida. Este proceso es en sí valioso.
Varios de los entrevistados comentaron su satisfacción al saber que todos estos recuerdos podrían servir para dejar “algo escrito”, un documento que quedaría “para el futuro”, para que las futuras generaciones sepan acerca de la historia de su pueblo y que haya, de alguna manera, “pruebas” de lo ocurrido. Si bien en el 2013 se publicó un libro sobre la historia de Lobitos, éste es muy criticado por los pescadores, que comentan que “le falta muchas cosas”, “no entrevistaron a la gente de acá”. El libro se focaliza sobre la época petrolera inglesa de Lobitos (1900-1960), aludiendo a los pescadores como “población flotante” y dejando entender que después de la partida de los ingleses Lobitos ya no era nada, cuando en realidad los pescadores lucharon para que el distrito siga existiendo a pesar de la presencia militar. Para los pescadores era muy importante que la infografía muestre que ellos sí se quedaron cuando la empresa se fue, enfrentándose con los militares al riesgo de sus vidas, y que sin ellos Lobitos hoy sería solo un cuartel más. En este sentido la infografía permitió dar protagonismo a los pescadores y evidenciar su papel crucial en la sobrevivencia del distrito.
Asimismo, era importante para las personas entrevistadas que la infografía muestre, por un lado, los abusos que sufrieron los pescadores en la época militar y por otro lado, la calidad de vida que conocieron con la empresa inglesa (aunque algunos subrayaron que había que matizar este último aspecto debido a la discriminación que existió entre petroleros y pescadores). Todas estas sugerencias fueron tomadas en cuenta a la hora de elaborar la infografía.
Antes de finalizar e imprimir la infografía, organizamos una reunión en el barrio de pescadores para mostrar el documento y recoger los últimos comentarios. Varios pescadores entrevistados vinieron con sus familias y pasaron tiempo leyendo uno por uno los elementos de la línea de tiempo, recordando y comentando con sus familiares sobre los diferentes hechos y episodios. Surgió entre los pescadores asistentes y sus familias la idea de imprimir la infografía en tamaño de banner para darle más visibilidad en Lobitos y en Talara, y varias mujeres se ofrecieron para ayudar a organizar una pollada para recaudar los fondos necesarios. En esta reunión también se debatió sobre la relevancia de poner el nombre de los entrevistados en el afiche como forma de agradecimiento. Muchos acordaron en que sí era relevante poner nombres, “pero solo de los veteranos”, porque “ellos sí han vivido esa historia”. Sin embargo un pescador comentó que no quería su nombre en el afiche, porque no quería ofender la memoria de sus antepasados y que el documento debía ser “para todos”. Este debate fue interesante pues permitió reflexionar sobre el verdadero propósito del afiche. Finalmente, se optó por un mensaje general de agradecimiento, sin nombres.
En general, la infografía fue acogida muy bien por la población. Muchos adultos que no habían escuchado del proyecto recibieron el afiche y dijeron que les parecía importante que los jóvenes conozcan acerca de su historia y sepan cómo habían vivido sus abuelos. Varios sugirieron colgar el afiche en el colegio. Los jóvenes mostraron interés en el documento.
Con respecto a las personas entrevistadas y sus familias, recibieron el documento con satisfacción y orgullo. En uno de los hogares donde ya se había hecho varias entrevistas, el ama de casa comentó que sentía que el afiche “es de nosotros, del pueblo” (la ausencia de logos en el poster resultó clave en ese sentido). Esta misma mujer se ofreció para llevar el afiche al alcalde, presentando el proyecto como suyo, para obtener un permiso para colgarlo en el muelle artesanal.
Lecciones aprendidas:
Es fundamental respetar los tiempos, ritmos de vida, usos y costumbres de la comunidad, para que los procesos resulten orgánicos y no representen una presión externa. Mientras más uno se adapte, mejor acogido será el proyecto.
Es igualmente importante generar un proceso de diálogo previo a la implementación del proyecto y concebirnos como receptores antes que como fuente, es decir colocarnos en disposición de conocer sus temas, preocupaciones y prioridades antes de imponer nuestra visión de desarrollo.
Finalmente, es esencial explicitar constantemente que venimos a aprender, haciendo un esfuerzo constante por des-jerarquizar la relación que involuntariamente, de ambos lados, suele generarse –por ser de una universidad y de Lima. Para lograr cualquier avance es necesario horizontalizar la relación, generar vínculos de confianza, trabajar desde el cariño y el interés sincero; solo así es posible una construcción conjunta, duradera y sostenible.
Consideramos que fue pertinente mantener una dinámica de trabajo colaborativa y horizontal dentro del equipo, donde cada miembro pudo aportar desde sus potencialidades, experiencia e intereses; y según sus propios tiempos y ritmos. Al respetar esto de manera individual, se fue configurando lo colectivo en el caminar, más orgánicamente, lo que contribuyó al bienestar al interior del proyecto, que se vio reflejado en un proceso saludable y rico, y en buenos resultados.
Un aspecto importante es mantener la actitud de escucha, y un enfoque de gestión de soluciones en consenso, para los retos que se plantearon en el proceso.
Muchas buenas ideas surgen durante el camino y no necesariamente son planeadas desde un inicio. De la misma manera, algunas cosas no se logran hacer, lo importante es seguir el mismo hilo conductor y tener en mente el propósito del proyecto.
Es necesario, sobre todo a la distancia (en este caso con una investigadora en Lobitos y una basada en Lima), retroalimentarse regularmente sobre las actividades y avances de cada miembro del equipo. También el tener un sistema de seguimiento del proyecto (gastos, cronograma, actividades realizadas, listas de personas involucradas), y un lugar en donde se centralice toda la información generada (grabaciones, entrevistas, fotos, documentos), en este caso, un Drive en Google. Resultó muy útil también en el marco de esta investigación apuntar después de cada entrevista, reunión o encuentro significativo con la población, nuestras impresiones y reflexiones personales.
En lo que se refiere a la comunicación para el desarrollo, o para el cambio social, el aporte de la experiencia de campo es crucial para la formación de los alumnos. No solamente estudiantes de la especialidad que lleva ese nombre, pues el cambio social se puede impulsar desde cualquier disciplina de las comunicaciones, o de otras carreras. Las herramientas de las artes y la comunicación resultan muy útiles para disparar procesos de cambio en comunidades, barrios y otros espacios; por eso, entrenar a nuestros futuros comunicadores en este quehacer, contribuye a su formación ciudadana, para que puedan aportar a la sociedad desde su praxis profesional.
Creemos que debería incluirse la participación de estudiantes de todas las carreras en proyectos de responsabilidad social, pero manteniendo su aporte como algo libre y voluntario. Cuando es obligatorio, o hay un creditaje a cambio, se corre el riesgo de comprometer el trabajo con y para la comunidad. Lo ideal es que quienes se involucren tengan vocación de servicio, y vean en los proyectos una oportunidad para aprender a hacer mejor algo que ya quieren hacer o ya están haciendo fuera de las aulas.
Así, potenciamos a jóvenes agentes de cambio, que sumarán a los proyectos con su energía y juventud, mientras aprenden, teniendo siempre mucho cuidado en no perder de vista la prioridad: la gente para la cual se hacen los proyectos.