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Ver ubicación en Google MapsTesania Velázquez
Directora de la Dirección Académica Responsabilidad Social
En una sociedad como la nuestra donde la violencia y discriminación por género es permanente, resultan alarmantes las resistencias políticas y sociales frente a la inclusión y transversalización del enfoque de género. Esto queda evidenciado en situaciones como el rechazo a la inclusión de este enfoque en el Currículo Nacional de Educación Básica Regular; la derogación del Decreto Legislativo 1323 que tipificaba los crímenes de odio contras poblaciones e identidades específicas (entre ellas las LGTBIQ); las respuestas y reacciones agresivas en las redes sociales frente a la vulneración de derechos e identidades dirigidas a mujeres o personas LGTBIQ afectadas (por ejemplo, las dirigidas a una estudiante trans de nuestra universidad o en el caso reciente de la violación en una discoteca). En este escenario, confluyen debates de tipo académico, religioso y político, cuyos discursos buscan restringir el acceso a derechos fundamentales y el reconocimiento de identidades en el ámbito público.
Las situaciones descritas evidencian la importancia de reafirmarnos en nuestra apuesta por promover el enfoque de género. El cual es entendido como una herramienta de análisis que permite evaluar cómo se están dando los roles, espacios y atributos sociales asignados a mujeres, hombres y diversidades sexuales dentro de nuestra sociedad. Este enfoque permite que se disminuyan las desigualdades por género e identidades sexuales, en nuestro país (MIMP, 2014).
Entonces, el enfoque de género aporta en la formulación de políticas públicas que fomenten el reconocimiento positivo de la diversidad, la equidad, la protección a las mujeres y a la comunidad LGTBIQ. Además, contribuye en la formación de ciudadanas y ciudadanos que se comprometan en confrontar la violencia, la exclusión y la indiferencia que son males que tanto nos afectan como sociedad.
Tenemos un gran reto frente a la cotidianeidad de esta violencia. Debemos considerar como imperativo promover el enfoque de género en los procesos educativos de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de nuestro país, si es que realmente apostamos por una convivencia justa y digna donde cada persona pueda sentirse libre y protegida. Asimismo, posturas que promueven aberraciones como que las mujeres “provocan” o se colocan en un escaparate o “merecen” ser violadas; así como otras que señalan que las personas LGTBIQ son “enfermas”, “sodomitas” o “inferiores”, deben enfrentarse públicamente.
Es por ello, que nuestra universidad tiene la responsabilidad de reconocer y reforzar nuestro compromiso público en la confrontación de esta problemática a través de la formación de personas -futuros profesionales- reflexivas, sensibles, críticas y comprometidas en afrontar una convivencia social que coloca en situación de vulnerabilidad a tantas y tantos conciudadanos debido a razones de identidad de género u orientación sexual. Pero también, incidiendo públicamente en la construcción de sentidos, disposiciones colectivas y marcos institucionales públicos, que sean favorables al reconocimiento positivo y a la protección –en términos de derechos, libertades y dignidad- de las diversas identidades de género y de orientación sexual en nuestra sociedad.