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Voces RSU | Complejizando la movilidad desde una perspectiva de género y sostenibilidad

Kely Alfaro
Coordinadora de Ambiente de la DARS

El Día Mundial Sin Auto —que se celebra el 22 de setiembre— nos ayuda a visibilizar la diversidad de formas de desplazamiento que existen en la ciudad: caminar, usar bicicleta, usar el metro, el skate, los patines o generar la intermodalidad entre varios de estos medios. Pensar en nuestras rutas y necesidades de desplazamiento nos permite entender cómo es nuestra ciudad y nos motiva a imaginar cómo nos gustaría que sea.

No solo nos desplazamos de manera diversa, sino que somos diversos en la ciudad. La movilidad es parte de nuestras prácticas sociales que muestran nuestros hábitos, necesidades y cultura respecto a las actividades laborales, educativas, familiares y domésticas (de cuidado) y el uso del tiempo y las distancias. Frente a ello, ¿es posible abordar la movilidad desde el género y la sostenibilidad?

En el año 2012, el investigador John Pucher en su libro City Cycling evidencia que las ciudades más seguras, accesibles y cómodas son las que tienen un mayor porcentaje de mujeres movilizándose en bicicleta en el espacio público. Ciudades inseguras, carentes de infraestructura, luminosidad y con altos niveles de acoso hacen que poblaciones vulnerables a la violencia —como las mujeres— no usen o transiten en medios de transporte que consideran vulnerables, como la bicicleta. ¿Por qué? Por MIEDO. Por ello, Pucher recomienda considerar el porcentaje de uso de la bicicleta por mujeres como un indicador de ciudades humanas, dado que diversos estudios evidencian que una mayor presencia de mujeres en bicicleta es sinónimo de más niños, niñas y adultos mayores usando el espacio público.

Latinoamérica es la región del mundo con menor porcentaje de uso de la bicicleta por mujeres (15% del total). En nuestro país, y en particular en Lima, no contamos con información de viajes en bicicleta a nivel desagregado, pero sabemos que Lima es una de las grandes ciudades latinoamericanas con menor uso de bicicleta (0.3%), frente a México DF (2%), Uruguay (2%), Buenos Aires (3%), Cochabamba (3%), Santiago de Chile (3%), Río de Janeiro (3.2%) y Bogotá (5%) (BID, 2015).

Lima mantiene muchas barreras que desalientan el uso de la bicicleta, en especial por parte de las mujeres: el 60% de mujeres ha sido víctima de acoso en la vía pública (BID, 2017). A esto hay que sumar la inseguridad y la falta de infraestructura en el espacio público para medios de movilidad alternativos y sostenibles.

El uso de la bicicleta es posible; actualmente el 57% de personas en Lima pierde más de dos horas al día trasladándose (Lima Cómo Vamos, 2016) en un sistema de transporte que no ha incorporado la posibilidad de la intermodalidad, como ocurre en países vecinos, donde la bicicleta pública es parte del sistema integrado de transporte con metros y buses.

El 10% de los viajes diarios en Lima por razones laborales se realiza en vehículos motorizados y dentro de una misma zona (IEP, 2011). Estos desplazamientos podrían migrar a la movilidad en bicicleta, pero para ello se deberá pensar con una perspectiva de género y sostenibilidad. El reto es hoy.

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