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Ver ubicación en Google MapsCuando estudiábamos educación cívica, se nos insistía mucho en el concepto de nación, que era el que un pueblo determinado tuviera una conciencia histórica similar y, por lo tanto, una determinada forma de mirar el mundo. Los pueblos europeos, en general, tienen una muy clara conciencia de lo que son y cuando hay diferencias las señalan con fuerza, y muchas veces con diferentes idiomas que expresan diferentes cosmovisiones y formas de convivir no siempre similares.
Pero hay pueblos como los nuestros, que, ocupando un determinado territorio nacional, se puede decir que no tienen la misma nacionalidad. Las diferencias entre un peruano de Piura y un peruano de Puno son inmensas. No viven a la misma altura, no comen lo mismo, no tienen el mismo idioma, no tienen las mismas fantasías, no tienen el mismo color, y aunque dicen que tienen la misma religión, las diferencias son muy grandes.
Podríamos señalar más diferencias todavía pero, por el momento, estas bastan. Lo preocupante es que seres tan diferentes como nosotros están apostando por un mismo tipo de gobierno. ¿Entenderemos lo mismo? ¿Creeremos lo mismo? ¿Exigiremos lo mismo?
Cuando PPK dice que va a bajar los impuestos ¿la gente entenderá de qué se trata? Cuando Keiko dice que quiere reestablecer el sistema de 24×24 en la policía, ¿sus votantes entenderán a qué se refiere?. Es verdad que hay muchas cosas que uno puede no entender, pero hay cierta base que es indispensable. Y sin embargo, entendamos o no, todos votamos, y el fruto de esa votación es el tipo de gobierno que tendremos, elegido por nosotros.
Qué importante es que las universidades hagan un gran esfuerzo por ayudar a que nuestro pueblo entienda el tema y pueda pronunciarse con motivos serios, que son los que le hace más o menos fácil la vida personal y comunitaria.
Y no se trata de una cosa indiferente cuando se da cuenta de la cantidad de cosas que pueden cambiar o, mejor dicho que deben cambiar. Salud, educación, carreteras, justicia, aprecios, etc., son de las cosas que tenemos que tomar en serio no sólo para verlas con más claridad, sino también para exigir que se cumplan en un país que está marcado por la corrupción, y por la frustración de gente buena que ha querido hacer cosas importantes en su tierra.
Hay que luchar para que las oportunidades no se nos escapen de la mano. Ser nación para nosotros es muy difícil pero tenemos que construirla con el cariño y el aprecio que tenemos unos por otros.