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Bajo la dirección de la Dra. Nani Pease, la DARS impulsa un proceso de transformación que coloca a docentes, estudiantes y personal administrativo en el centro de la Responsabilidad Social Universitaria, reafirmando su papel como espacio de aprendizaje, compromiso y transformación social.
Durante el último año, la Dirección Académica de Responsabilidad Social (DARS) de la PUCP ha consolidado un proceso de transformación profundo, centrado en recuperar y fortalecer el enfoque formativo de la Responsabilidad Social Universitaria (RSU). Bajo la dirección de la Dra. Nani Pease, el equipo ha revisado su narrativa institucional para poner en el centro a los actores universitarios —docentes, estudiantes y personal administrativo— y al aprendizaje que surge de su interacción con los distintos entornos sociales.
Este esfuerzo se ha traducido en una reorganización interna, una nueva narrativa que será presentada oficialmente en noviembre y el fortalecimiento de líneas clave como la investigación, la sostenibilidad social y ambiental, y la formación integral.
Más que un giro administrativo, este relanzamiento representa una reafirmación del sentido académico y ético de la RSU en la PUCP: formar profesionales capaces de transformar su entorno mientras se transforman a sí mismos. “Queríamos que la DARS vuelva a ser un espacio donde los encuentros con el otro —en el aula, en el barrio, en la comunidad— sean experiencias formativas que encarnen el sello institucional”, resume Pease.
“El gran anuncio —explica— es que hemos trabajado durante más de un año en reorientar la narrativa de la responsabilidad social hacia su esencia formativa. Esta vendrá acompañada de una renovada página web, herramientas actualizadas y documentos misionales, busca dejar un mensaje claro: la responsabilidad social es parte del proceso educativo, no un complemento. “La RSU solo cobra sentido cuando forma: cuando transforma a las personas tanto como transforma a las comunidades con las que se trabaja”, enfatiza la directora.
Una mirada formativa: aprender con el otro
El equipo de la DARS ha trabajado durante meses en una revisión teórica, una serie de discusiones y consultas a actores, y un mapeo de sentidos comunes sobre la responsabilidad social en la universidad. Todo ese proceso llevó a un punto de convergencia: el enfoque territorial debía complementarse con un enfoque por actores.
“Seguimos trabajando en territorios y con aliados locales, pero el centro son las personas: docentes, estudiantes y personal administrativo. En la RSU la formación es la clave. No es una relación vertical de ayuda, sino un espacio de co-construcción de conocimientos y experiencias”, explica Pease.
Ese cambio de mirada no es menor. Supone volver a colocar a la universidad como un espacio de aprendizaje compartido, donde la comunidad universitaria se forma también en contacto con la realidad.
Los logros de la DARS: comunidad, conexión y aprendizaje compartido

1. El Colectivo Enlaces: una red docente que crece desde las facultades
Uno de los logros más significativos del último año ha sido la creación del Colectivo Enlaces, una red de docentes representantes de cada departamento y facultad. No son nombramientos formales: son personas elegidas por sus propias unidades por su compromiso previo con la RSU.
“Queríamos escuchar a las unidades académicas desde dentro. Saber qué necesitan, cómo viven la RSU, qué están haciendo. Los ‘Enlaces’ se convirtieron en nuestra red viva dentro de la universidad”, comenta Pease.
El colectivo funciona como un espacio de intercambio de saberes, de acompañamiento y de aprendizaje. A través de reuniones periódicas, los docentes comparten experiencias, identifican oportunidades y co-diseñan acciones conjuntas. “Es un grupo lleno de energía, con ganas de hacer cosas. Es emocionante ver cómo se reencuentran con la RSU como parte de su vocación docente”, añade.
2. Conecta RSU: cuando la universidad se abre al encuentro
El segundo logro ha sido la consolidación del programa Conecta RSU, que nació como una jornada para vincular a docentes con organizaciones sociales, y terminó desbordando todas las expectativas.
“La idea era sencilla: crear un espacio de encuentro entre docentes y organizaciones. Pero lo que ocurrió fue mucho más grande. La cantidad de profesores interesados en incorporar la RSU en sus cursos o investigaciones se disparó”, recuerda Pease.
En solo un semestre, la PUCP pasó de tener una oferta estable de cursos con componente RSU a sumar más de veinte nuevos proyectos. Y el entusiasmo sigue creciendo. “Nos llena de ilusión, pero también nos reta. La demanda está creciendo más rápido que nuestra capacidad de acompañarla”, reconoce.
El éxito del Conecta RSU ha inspirado nuevas ideas: próximamente, la DARS busca replicar el modelo para investigación y creación artística, conectando a investigadores con comunidades o instituciones interesadas. “Queremos que la RSU sea también una forma de investigar y crear desde la realidad, no solo sobre ella”, afirma.
3. Los estudiantes como protagonistas
El tercer logro tiene rostro joven. En los últimos meses, la DARS ha renovado su vínculo con los estudiantes, creando un área dedicada exclusivamente a acompañar sus iniciativas y fortalecer su participación. “Queríamos que los estudiantes sintieran que la RSU también les pertenece. Y lo logramos. Hoy están presentes en casi todas las grandes actividades: mesas, comisiones, eventos”, cuenta Pease.
Algunos ejemplos lo confirman. Uno de ellos es la mesa contra el racismo y la discriminación étnico-cultural, que surgió por iniciativa de una estudiante y hoy es una comisión universitaria que permitirá elaborar una política contra el racismo y la discriminación étnico cultural en la PUCP. Otro es el encuentro sobre políticas de género, impulsado desde la representación estudiantil.
Para Pease, ese es el espíritu de la DARS: un espacio multiactor donde la comunidad universitaria dialoga y aprende. “Docentes, estudiantes y administrativos comparten desafíos distintos, pero cuando se encuentran, todo cobra sentido”, dice con orgullo.
Los grandes retos: crecer, investigar e integrar

1. Escalar el modelo Barrio PUCP
Entre los grandes desafíos, el primero es hacer crecer el modelo Barrio PUCP, un proyecto emblemático que trabaja en el entorno inmediato de la universidad, articulando a docentes, estudiantes y aliados locales.
“Barrio PUCP nos ha dado muchísimas satisfacciones, pero sentimos que tiene que escalar. Queremos replicar su espíritu en otros territorios, sin perder su esencia”, explica Pease.
El reto es grande: trabajar con nuevas comunidades requiere recursos, planificación y una agenda que dialogue con el calendario académico. Sin embargo, la DARS ya tiene una ruta en mente: alianzas con la red nacional de colegios Fe y Alegría y con las sedes regionales de la PUCP, como Písac. “No se trata de convertir todo el Perú en un barrio, sino de ampliar la escala del aprendizaje compartido”, resume.
2. De la práctica al conocimiento: investigar la RSU
Otro reto central es convertir la práctica en conocimiento. Por eso, la DARS ha creado un Área de Investigación enfocada en sistematizar, analizar y publicar lo que se aprende en el campo.
“Muchas veces hacemos intervenciones valiosas que no llegan a transformarse en conocimiento compartido. Queremos cambiar eso. Cada experiencia de RSU debería poder ser estudiada, evaluada y publicada”, señala Pease.
La dirección trabaja junto al Vicerrectorado de Investigación para medir el impacto social de la investigación, la innovación y la creación. “Toda investigación tiene impacto social, pero queremos reconocer y visibilizar aquellas que logran transformar políticas, generar incidencia o fortalecer a comunidades”, explica.
Paralelamente, la DARS desarrolla un estudio sobre cómo el voluntariado impacta las competencias genéricas de los estudiantes. “Sabemos que el voluntariado forma. Queremos demostrarlo con evidencia”, dice.
3. Integrar al personal administrativo
El tercer reto mira hacia un grupo que sostiene silenciosamente la vida universitaria: el personal administrativo. Aunque ha habido participación en campañas y voluntariados, la DARS busca darle un papel más visible y sostenido. “Nos falta crecer en ese vínculo. Tenemos experiencias preciosas, como el programa de oficinas sostenibles o voluntariados, pero queremos ir más allá”, comenta Pease.
El objetivo es crear un espacio formativo propio para los trabajadores, con iniciativas adaptadas a sus tiempos y funciones, como mentorías o proyectos de acompañamiento. “Un voluntariado para quien trabaja tiene que tener otra lógica. Pero puede ser igual de transformador”, sostiene.
Mirando hacia adelante: el voluntariado con créditos y una comunidad que aprende junta
El próximo paso será aprobar la política de voluntariado con reconocimiento académico, una demanda estudiantil histórica que está a punto de concretarse. “La PUCP ya está inscrita en el Sistema Nacional de Voluntariado, y queremos que los estudiantes puedan recibir créditos por sus horas, pero garantizando que sea una experiencia formativa”, explica Pease.
Eso implica un modelo exigente: cada voluntariado deberá incluir formación previa, acompañamiento durante la experiencia y reflexión final. “No se trata de ir a entregar algo. Se trata de aprender, de transformar la mirada y de volver distinto”, señala.
La DARS trabaja para distinguir entre acciones voluntarias y voluntariados con enfoque RSU. “Queremos que el reconocimiento tenga sentido. Que refleje lo que somos como universidad”, agrega. El balance deja una sensación clara: la DARS no solo ha cambiado estructuras o procesos; ha renovado su manera de entender la universidad.
“La responsabilidad social universitaria no es una actividad paralela. Es parte del corazón de la PUCP”, concluye Pease. “Y si logramos que cada docente, estudiante y trabajador viva esa experiencia como parte de su formación, estaremos cumpliendo nuestra misión más profunda: formar personas que transformen el mundo”.
Datos destacados de RSU
Nota original: PuntoEdu