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Ver ubicación en Google MapsEn la vida de todos los días nos suceden cosas que a veces no sabemos evaluar. Hay cosas que nos pesan más que otras, que no siempre tienen explicación coherente con lo que pensamos. A algunas cosas le damos importancia y a otras nos sucede que nos da la impresión de que se roban la importancia. Se nos vuelven importantes cuando pensábamos que no lo eran. Estamos en un plano de intimidad en el que muchas veces no sabemos comportarnos. Sentimos cosas pero no sabemos caminar con los sentimientos. Y es que los sentimientos, que son muy importantes, no bastan. Hay que tener motivos no sólo sentimentales o emocionales, sino también racionales. Y a estos últimos hay que trabajarlos con la información que necesitamos para guardar un mínimo de objetividad.
En el campo de nuestra realidad nacional nos pasa mucho de esto Los jesuitas dirían que no sabemos discernir. Y es verdad, porque discernir es de las cosas más difíciles que tenemos que hacer. Difícil pero indispensable. El discernimiento es pariente de la evaluación aunque esté lejos de ser lo mismo.
¿No sucede muchas veces que cuando estamos en estos trances nos sentimos muy solos, y en buena parte sorprendidos de una soledad que nos muestra débiles cuando queremos ser los más fuertes del planeta?
Pero la vida sigue y sigue con su ritmo propio en el que no siempre estamos cómodos. La vida hay que vivirla y vivirla bien. Esto significa que estamos todo el tiempo tratando de acomodarnos a la situación concreta en la que vivimos. Y no se trata de un simple acomodo, sino de ponernos en situación de avanzar guardando principios, valores costumbres y determinadas formas de ser que pueden ser personales o familiares pero que nos permiten seguir mirando el camino por el que andamos.
Parece complicada pero no el es tanto, puesto que en general lo hacemos sin darnos cuenta, cuando tenemos algunos espacios de reflexión acerca de nosotros mismos. Cuando nos preguntamos por el por qué de las cosas. Cuando antes de responder tratamos de dar respuestas que vayan al fondo y no sólo palabras que floten bien.
Estamos en tiempos difíciles porque sin tener “problemas del otro mundo” ni más graves de los que hemos tenido antes, se han juntado una serie de necesidades de marcar rumbo hacia el futuro. La pregunta sigue siendo la misma: ¿quién soy y a dónde voy? Las respuestas anteriores no bastan. Lo que decimos tiene que ser muy actual y a veces damos respuestas trasnochadas, pues el peligro de decir cosas que no creemos sino que solamente suenan bien nos vuelven inauténticos y faltos de tener el coraje de enfrentar la vida.
Hay una “santa” intranquilidad que nos hace responsables y auténticos.