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Reflexiones de Gastón Garatea | El valor del mundo universitario

Desde lejos, muchas veces, el mundo universitario se ve como algo muy confuso y lleno de contradicciones. Unos opinan una cosa y otros, sencillamente, otra. Se dan argumentos que, con toda sinceridad, dan la impresión de no ser creídos por los que los exponen. Uno contradice al otro alegremente y da la impresión que se tratara de un juego en el que no importa la verdad.

Es verdad que eso ocurre, pero es que se trata de una búsqueda y, mientras uno busca, las cosas no están claras y los jóvenes necesitan aclararlas. El mundo que no está cerca no tiene los elementos para discernir y menos para opinar, y sin embargo, lo hace. De aquí provienen las grandes diferencias entre las generaciones. Los jóvenes quieren manifestar sus puntos de vista y los mayores descubren las debilidades de los jóvenes y no quieren perder el poder.

Se arman largas discusiones en las que la verdad ya no importa sino que lo que se quiere es ganar para tener más libertad y sujetar al otro.

Es lo que pasa en nuestros parlamentos, que son mecanismos propiamente políticos, y en los que lo propio es “parlar”. También nos molesta constatar que muchísimas veces no se busca la verdad sino derrotar al otro bando.

Mirando las cosas con tranquilidad se nos exige una paciencia inmensa. Las cosas no salen a la primera y uno tiene que esperar que se pase el momento de efervescencia para poder sentarse a conversar con el otro. El asunto es lento, desesperadamente lento. Las cosas no caminan como deberían, pero ese es el ritmo de los humanos, Si uno apura las cosas, impone, las gentes se rebelan más tarde y se pierde todo.

Se necesita una especie de término medio para que las cosas resulten: Hay que empujar, pero sin aplastar ¡Qué difícil! A veces aplastamos y no sabemos a quién.

Algunos nos dicen que eso se llama la paciencia histórica, que no hay que confundir con pusilamineidad.

Éste es de esos temas que tenemos que debatir en pequeños grupos en muchos plenarios. Nuestras preferencias tienen que tener muy en cuenta el bien común y los valores que queremos poner de manifiesto.

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