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Hablemos de reconocimiento: el Mes de la Diversidad en la PUCP

Nora Cárdenas Farfán
Jefa del área de Diversidad, Ciudadanía y Ambiente – DARS

Nuestro punto de partida es la conclusión 171 del Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR): “La CVR entiende que la reconciliación debe ocurrir en el nivel personal y familiar; en el de las organizaciones de la sociedad y en el replanteamiento de las relaciones entre el Estado y la sociedad en su conjunto. Los tres planos señalados deben adecuarse a una meta general, que es la edificación de un país que se reconozca positivamente como multiétnico, pluricultural y multilingüe. Tal reconocimiento es la base para la superación de las prácticas de discriminación que subyacen a las múltiples discordias de nuestra historia republicana”.

En este sentido, las posibilidades de construcción de un nuevo futuro no solo pasan por reconocer la diversidad, pues importan también los términos mediante los cuales somos reconocidos: “no se trata tan solo de celebrar la diferencia, sino de establecer condiciones más inclusivas para cobijar y sostener la vida que se resiste a los modelos de asimilación” (Butler, 2003). Asimismo, Paula Escribens (2009) sostiene que el reconocimiento positivo de la diversidad  implica “ponernos en el lugar del conocimiento del otro y desde ahí cuestionar nuestros propios saberes previos, como paso previo para ponerse en el lugar de lo que el otro/a siente”.

Entonces, ¿qué significa reconocer positivamente la diversidad desde el quehacer universitario?, ¿se puede contribuir así a la concordia entre peruanos y peruanas? Desde la DARS, planteamos que el reconocimiento positivo de la diversidad forma parte de la Responsabilidad Social Universitaria. Se trata al fin y al cabo de:

  • Colocar la pregunta y movilizar la imaginación y la capacidad de creación de docentes, estudiantes y personal administrativo para “posicionar” el tema dentro de la comunidad universitaria.
  • Imaginar otros futuros, unos que movilicen nuestros mejores sentimientos, unos que posibiliten la esperanza y que inviten permanentemente a liberar nuestra capacidad de acción en pro del bien común.

Por ello, el Mes de la Diversidad tiene como objetivo contribuir al cuidado del buen vivir y la convivencia pacífica de nuestra comunidad universitaria a través del reconocimiento positivo de nuestras diversidades y el ejercicio pleno de la ciudadanía democrática, siendo este año el eje central el de la diversidad cultural-racial, teniendo en cuenta su intersección con otros ejes —sexo-género, discapacidad, generación, formas corporales, entre otros—.

Nos interesa promover acciones de colaboración con las diferentes unidades de la universidad, con las mesas temáticas, los gremios y los grupos estudiantiles; todo ello con el fin de propiciar condiciones que faciliten el reconocimiento positivo de nuestra diversidad, así como promover la autoestima y la confianza de todos y todas. Finalmente, el Mes de la Diversidad tiene el fin de contribuir al ejercicio de las competencias genéricas —en particular la de Ética y Ciudadanía— de nuestro modelo educativo.

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